miércoles, 10 de febrero de 2010

Teología y teología


Teología y teología


Introducción a la teología (Barcelona 1981); Bernard, ch, theologie symbolique (parís 1978)

La teología no puede olvidar que su punto de partida esta en la iniciativa de dios.

De manera que la teología tiene dos realidades previas estudiadas en el capitulo anterior.
Teología en el cristianismo desde el punto de partida es pues que el cristianismo se desarrolla en la historia como acontecimiento. El acontecer se describe entre otros muchos textos.

Es evidente que la doctrina depende del acontecimiento. Por eso se da orden o jerarquía en las verdades de la doctrina católica ya que es diverso el enlace de la tales verdades con el fundamento de ella.

Creer y saber :
Anselmo de Canterbury y Ricardo de san Víctor, teólogos del siglo x11 en la huella de san Agustín, creyeron que la inteligencia que acompañaba la fe podía descubrir que las razones necesarias que vertebran el misterio creído, y que se inscriben y se ocultan en el así, intentan entender en lo posible las razones eternas inscritas en el misterio de la luz o de la fe , razón ilustrada por la fe no es tanto racionalismo como sabiduría teológica o mística, pues lejos de excluir la claridad gratuita de dos en la menta del teólogo, la está suponiendo y lejos de querer eliminar el misterio, se le considera inaccesible por exceso de luz.

Lo primero que nos viene ala mente es la palabra san Agustín "sermonea" . La teología es el hablar humano acerca de dios.

Las raíces platónico-aristotélicas del termino teología son claras
Es conocidísima la critica que hace platón de las falsas fabulas forjadas por homero y hexodo.

En resumen platón opone a las temáticas la autenticas teorías que "procura presentar al dios tal como es " platón usa protectoriamente el termino-temática como equivalente de fabulación mítica .

Aristóteles, en cambio ,emplea sucesivamente el termino teología , ya sea en el sentido proyectario de creador de mitos (uvoks) ya sea en el sentido de mucho mas serio de la ciencia que habla de dios y que es propia de dios .
Los padres de la iglesia, desde los apóstoles griegos, empiezan a sumir el término teología. Así jutmo supone que el espíritu santo en las escrituras santas llama a dios padre del cielo.
El conocimiento del antiguo testamento es considerado también por jutmo como "ciencia divina" de modo que se puede establecer "de menos a más " el uso de sustantivo teología y del verbo teología del sigt modo:

A) la teología vulgar como mitología o teología.
B) la teología como conocimiento pre-cristiano de dios.
C) la teología como ciencia divina del antiguo testamento;
D) con orígenes. Llegamos a la teología como conocimiento cristiano de Dios.

martes, 9 de febrero de 2010

La Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación es una corriente teológica que comenzó en Iberoamérica después del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968). Es reconocida por sus inclinaciones al marxismo. Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino, (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación, Leonardo Boff (brasileño) y el guerrillero marxista Camilo Torres Restrepo. La Teología de la Liberación intenta responder a la cuestión que los cristianos de América Latina se plantean cómo ser cristiano en un continente oprimido. ¿Cómo cantar al Señor en una tierra extraña? ¿Cómo conseguir que nuestra fe no sea alienante sino liberadora? Uno de los máximos exponentes de esta teología, el jesuita Ignacio Ellacuría, fue asesinado a sangre fría. Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología, en varios países de América Latina, pero esta corriente está difundida por toda la Iglesia católica. En resumen no deja de ser una variante más de ese movimiento de cambio en la teología denominado Modernismo, y en vez de entablar puentes con el liberalismo lo hace con el marxismo.
Contenido
1 Antecedentes
2 Principales ideas
3 La base teológica y conceptual
4 Juan Pablo II y la Teología de la liberación
5 Representantes
6 Bibliografía
7 Notas
8 Véase también
9 Enlaces externos
9.1 Ciencias sociales y T.d.L.
Antecedentes
Los antecedentes más importantes de esta Teología se encuentran en
Brasil, donde a partir de 1957 comenzó en la Iglesia Católica un movimiento de Comunidades de Base que para 1964 ya era digno de ser considerado en el "Primer Plan Pastoral Nacional 1965-1970". También en Brasil Paulo Freire, un maestro del nordeste, desarrolló un nuevo método para alfabetizar mediante un proceso de concienciación. Los movimientos de estudiantes y de trabajadores de Acción Católica se fueron comprometiendo, así como importantes intelectuales católicos. Algunos cristianos empezaron a utilizar conceptos marxistas para analizar la sociedad. Richard Shaull, un misionero presbiteriano, planteó la cuestión de si la revolución tendría un significado teológico. Él y algunos jóvenes protestantes empezaron a discutir esos temas con sacerdotes dominicos e intelectuales católicos.
Una inspiración para este movimiento latinoamericano fueron los
sacerdotes obreros europeos. El cardenal Emmanuel Suhard, de París, había fundado la "Misión de Francia" permitiendo a algunos sacerdotes trabajar en las fábricas para acercarse al mundo obrero. El célebre dominico Jacques Loew trabajó como descargador de barcos en los muelles del puerto de Marsella, así como el sacerdote Michel Favreau, muerto en un accidente de trabajo. En 1950 se publicó el libro del abbé Godin: Francia: ¿tierra de misión?. Sin embargo, los curas obreros fueron acusados de comunistas y denunciados en Roma por actividades subversivas. Eran los años en que una laica, Madeleine Delbrêl, hacía su experiencia entre los obreros de Ivry (autora de Nosotros, gente de la calle y El Evangelio en los barrios obreros de París). En 1954 Pío XII pidió a todos los sacerdotes obreros que regresaran a su trabajo pastoral anterior en las diócesis o se incorporaran a sus comunidades religiosas. Los sacerdotes obreros fueron rehabilitados en 1965 después del Concilio.
Otras de las ideas bases para el inicio de la Teología de la Liberación fue la vida del sacerdote guerrillero colombiano
Camilo Torres Restrepo (1929-1966) quien fue miembro del movimiento guerrillero ELN dado de baja en su primer combate contra el Ejército regular. El padre Camilo Torres Restrepo fue tomado por otros curas y católicos que posteriormente tratarían de continuar su obra no solo en Colombia, sino en toda América. El sacerdote asturiano Gaspar García Laviana, influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación tomó las armas en la Nicaragua de Somoza.
Otra inspiración para la Teología de la Liberación latinoamericana fue la lucha por los
derechos civiles que a su vez ganó derechos para los negros de Estados Unidos liderada por Martin Luther King (1929-1968). A su vez una Teología de la Liberación negra ha sido desarrollada por James H. Cone y otros. En Sudáfrica se desarrolló una vigorosa Teología de la liberación negra en la lucha contra el apartheid. En Asia la Teología minjung (coreano: de la masa popular), o la Teología Campesina en Filipinas (expuesta por Charles R. Avila), han sido expresiones relacionadas con la Teología de la Liberación latinoamericana.
La Teología de la Liberación ha nacido en América Latina en un momento histórico determinado. Durante siglos América Latina no tuvo teología propia: importaba la teología que se fabricaba en Europa. Su teología era el reflejo de la europea. La dependencia de América Latina respecto al mundo rico, no sólo era económica y política, sino también eclesial y teológica.
Principales ideas
Algunas de las ideas de la Teología de la Liberación son:
La
salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
Eliminar la explotación, las faltas de oportunidades e injusticias de este mundo.
Garantizar el acceso a la educación y la salud.
La liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.
La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social.
No solamente hay pecadores, hay víctimas del pecado que necesitan justicia, restauración. Todos somos pecadores, pero en concreto hay que distinguir entre víctima y victimario.
Tomar conciencia de la
lucha de clases optando siempre por los pobres.
Afirmar el sistema democrático profundizando la concienciación de las masas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente.
Crear un “hombre nuevo” como condición indispensable para asegurar el éxito de la transformación social. El hombre solidario y creativo motor de la actividad humana en contraposición a la mentalidad
capitalista de especulación y espíritu de lucro.
La libre aceptación de la
doctrina evangélica, es decir, primeramente procurar a la persona unas condiciones de vida dignas y posteriormente su adoctrinamiento evangélico si la persona quiere.
Sin embargo, es capital destacar la apreciación que hace Gustavo Gutiérrez: al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la Teología de la Liberación es un acto segundo, es decir, emana de una experiencia de compromiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. No es, por tanto, un desarrollo intelectual que luego se quiera llevar a la realidad.
La base teológica y conceptual
Los derechos del pobre son derechos de Dios (
Exodo 22:21-23, Proverbios 14:31,17:5) y él ha elegido a los pobres[1] (Santiago 2:5) y por tanto es él quien ha hecho la opción preferencial por los pobres para salvar a todos. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5:3) y claramente dijo que quien se relaciona con el pobre con él mismo trata y a él mismo acepta o rechaza, a tal punto que ese relacionamiento será el criterio principal del Juicio Final (Mateo 25:31-46).
Los pobres son víctimas del
pecado que se convierte en un pecado social como estructura de acciones y omisiones que mantienen la opresión, la injusticia y la explotación. Se trata de un pecado que va más allá de los pecados individuales y se transforma en una situación de pecado,[2] [3] un pecado colectivo que se convierte en pecado estructural,[4] de manera que la situación de injusticia y corrupción se mantiene mediante un pecado institucional y una violencia institucionalizada.[5] En tal situación de pecado el Reino de Dios es rechazado y el sistema de pecado lucha contra las comunidades y personas que anuncian la buena noticia de la liberación del pecado, de cómo podemos salvarnos de "de esta generación perversa" (Hechos 2:40), estableciendo unas relaciones sociales nuevas de comunión, de plena solidaridad, de espiritualidad comunitaria que permitan que todos aporten para que cada cual pueda resolver sus necesidades (Hechos 2:42-47); unas relaciones de amor y fe, no solamente de palabra, sino en los hechos(1Juan 3:16-19, Santiago 2:14-17).
“La injusticia e inhumanidad crece en los países industrializados, la
globalización de la economía lleva claramente a la falta de solidaridad de nuestras sociedades. La Teología de la Liberación en Latinoamérica es la primera alternativa contra el capitalismo. La mercantilización global de todas las cosas. Ya no solo es una teología contextual latinoamericana, sino que, con el desarrollo mencionado, se convierte en teología contextual universal”. Uno de sus máximos exponentes, el jesuita y mártir Ignacio Ellacuría reclama una nueva civilización, la civilización de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo Moloch que devora a las personas y el planeta. Ellacuría y Sobrino, comparan la muerte de personas en el mundo pobre, en el Sur, con el Siervo de Yaveh, y afirman que poseen una santidad elemental, jesuánica.[6]
Refiriendo una nueva iglesia de los pobres, el teólogo protestante Jürgen Moltmann, inauguró con las palabras arriba expuestas, una serie de conferencias sobre el tema de La Teología de la Liberación corriendo el año de 1999 en la Iglesia Católica Alemana.
La relación del
cristianismo y la pobreza, ha sido fundamental para la historia y la difusión de la religión en todos los tiempos. Apoyada a veces, criticada en otras ocasiones, la Teología de la Liberación se ha dedicado a difundir el evangelio cristiano con un peculiar estilo al igual en países en desarrollo que en aquellos menos favorecidos en lo económico, afirmando "la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral".[7] "Esta opción, exigida por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre".[8]
Su filosofía es de condena a la situación de empobrecimiento que sostiene la pobreza y de apego al pobre. Surgió al mundo católico con la publicación del libro “Historia, Política y Salvación de Una Teología de la Liberación” del sacerdote diocesano, ahora dominico, peruano Gustavo Gutiérrez Merino, en 1973; esto después de que en 1968 en la Conferencia Episcopal del CELAM se había hecho énfasis en el compromiso de la Iglesia Católica con los pobres, el libro de Gutiérrez se interpretó así como la respuesta y el detonante.
Resulta difícil definir a la Teología de la Liberación pero puede partirse de la base que busca un análisis profundo del significado de la
pobreza y de los procesos históricos de empobrecimiento y su relación con las clases sociales. Para llegar a ello, articula la teoría económica y social del marxismo y otras ideologías sociales, con la visión espiritual profundamente trascendente del cristianismo.
Cristo, en tanto sitúa la
resurrección en la historia,[9] es percibido también como “liberador” de la condición de la pobreza material, de la explotación económica y la opresión política, en cuanto son consecuencias y expresiones sociales del pecado y la Salvación es integral, material y espiritual. El Reino de Dios comienza dentro de las nuevas relaciones humanas que desde ahora expresan la espiritualidad del amor al prójimo (Lucas 17:21) y se proyectan hacia la redención del pobre.
Juan Pablo II y la Teología de la liberación
El
Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe dos estudios sobre la Teología de la Liberación que fueron hechos en sendos documentos en 1984 y 1986 con los nombres de Libertatis Nuntius y Libertatis Conscientia donde se consideraba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia católica con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.
En ese momento el Prefecto de la Congregación era el entonces
Cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI), crítico de la Teología de la Liberación. Señaló en dichos documentos lo que consideraba "errores de algunas formas de la Teología de la Liberación", que según conclusiones de la Congregación bajo su dirección son:
1 - Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo, que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.
2 - El marxismo es, además, una concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.
3 - Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra las "teologías de la liberación" a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.
4 - La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.
5 - Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.
6 - Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como "fidelidad a la historia", "confianza en el futuro", y "opción por los pobres" que en realidad les niega su sustancia teológica.
7 - La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.
8 - Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, 'hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente "oficial" y otra "popular", ambas contrapuestas.
9 - La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial y mendaz en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.
10- También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el "Jesús de la Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio eclesiástico».
[10]
Los procesos y sanciones contra destacados teólogos de la liberación como
Leonardo Boff, a partir de 1985 o Jon Sobrino en 2007, han concretado y continuado los ataques contra la Teología de la Liberación.